EL PERISCOPIO.
En el griego es donde se encuentra el origen
etimológico del término periscopio, un cultismo, que es fruto de la suma de dos
componentes de dicha lengua:
●El prefijo “peri-”, que puede traducirse como “alrededor”.
●El verbo “skopein”, que es sinónimo de “observar”.
Un
periscopio, por lo tanto, es un elemento con forma de tubo
que, gracias a la utilización de prismas o de espejos, permite ver una región que resulta imposible de
visualizar sólo con los ojos.
A través
de su particular diseño, un periscopio posibilita que alguien que está oculto
en una trinchera o en otro espacio semejante, vea sin ponerse al descubierto. Lo habitual es que cuente con
espejos paralelos que forman un ángulo de cuarenta y cinco grados (45°) ante la línea
que los vincula.
Dichos espejos se instalan en el extremo superior del tubo,
mientras que el usuario sitúa su vista en el extremo inferior.
Así, puede ver sin necesidad de asomarse.
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